miércoles, 20 de abril de 2011

Rebelión Fallida Contra la Sopa

Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres” Pitágoras de Samos

Enviar frase


Durante mi niñez, hubo un sin número de eventos que indudablemente moldearon mi proceder como adulto, pero los inolvidables momentos de la sopa, como parte del menú del día, quedarán eternamente en mi memoria.

Mi madre tenía el penoso hábito de servir sopa en horas de la mañana, lo cual causaba una verdadera rebelión en mi sistema digestivo y nervioso, no sólo por lo poco popular que resultaba el caliente líquido entre mis pares, sino por lo incómodo que era tratar de ingerirlo a tempranas horas de la mañana. Al expresar mi rotunda negativa a tomarme el poco deseado plato de sopa, mi bella madre simplemente lo retiraba de mi vista y, de una manera paciente y hasta indiferente, lo guardaba en la nevera.

La primera vez que mi madre guardó el rechazado plato, sentí un gran regocijo por haber ganado esa batalla contra la autoridad, ¡y de manera tan fácil!, sentimiento que fue totalmente desvanecido cuando, al esperar infructuosamente un plato de deliciosa comida, lo que recibí fue unas palabras que nunca olvidaré: “Cuando tengas hambre, busca la sopa en la nevera”. Inflamado de rabia y rebeldía, sencillamente me arrastré a mi cuarto sin consumir alimento alguno, como protesta ante tal atropello. Una vez llegada la hora del almuerzo, mi estómago vacío me guió hacía la mesa en búsqueda de algún apreciado manjar preparado por mi madre, casi corriendo me dirigí hacía el comedor y tuve que irme deteniendo en cámara lenta cuando mis ojos avizoraron el repudiado plato de sopa matutino posado sobre la madera con gestos burlones en mi contra. Una vez más, con una actitud hostil, decidí no sucumbir a mis instintos primarios y rehusé tomar aquel líquido aceitoso que yacía sobre la mesa. Ya en la noche, cuando sentí que mi cuerpo carecía totalmente de nutrientes, fui al regazo de mi madre en busca de cobijo y algo decente para cenar, y lo que me encontré fue el odioso plato de sopa, que ya cansado de burlarse de mi durante todo el día, fue ingerido de manera desesperada por el sólo miedo de no morir de inanición.

Hoy en día, mi madre hubiera sido considerada como una mujer sin entrañas ni amor por su hijo, además de candidata firme a ir confinada a una mazmorra por esa tortura inclemente hacía un niño.

Las madres contemporáneas, antiguas víctimas de semejantes prácticas, no desean que sus retoños padezcan lo que ellas padecieron en su niñez, por lo que se plantean un nuevo estilo, cuyo objetivo primordial es hacer que los niños sean absolutamente FELICES. Por lo tanto, si mi madre hubiera tenido que criarme en esta época, hubiese tenido que hacer gala de una extraordinaria estrategia argumentativa para convencerme del valor nutricional, beneficios y demás bondades que un simple plato de sopa posee, y recomendarme, por las buenas, la ingesta del preciado líquido, con lo cual me hubiese dado todo placer mandarla a freír espárragos y ordenarle la compra inmediata de mi cajita feliz en el establecimiento más cercano de comida rápida, so pena de armar un berrinche de proporciones apocalípticas que desviaría totalmente aquel objetivo primario de ser feliz, y además causaría mucha vergüenza entre sus amigas.

Si pudiera escoger como niño, personalmente hubiese preferido vivir esta época, en la que hubiera podido evitar siquiera estar cerca de un plato humeante de sopa, ¡ser feliz! simplemente con recomendaciones de qué hacer o no, pero con el poder de decisión que me daría mi amplia experiencia de vida como niño. Sin embargo, a mis 35 años, puedo decir, con total convicción, que episodios como el de la sopa de mi madre me libraron de convertirme en un hombre sin reciedumbre, caprichoso y sin las herramientas necesarias para afrontar una vida plagada de situaciones complicadas que igual hay que saber “ingerir”, mucho más difíciles que el hecho de tomarme un plato de sopa en la mañana.

Hoy en día, yo mismo preparo la sopa y me la tomo con gusto, antes de irme a cosechar todos los éxitos que día a día me brinda la confianza y reciedumbre ganada gracias a la victoria de mi madre sobre mi rebelión.

Lic. Javier Gómez

No hay comentarios:

Publicar un comentario